miércoles, 9 de julio de 2014

ECONOMÍA DE LAS ORGANIZACIONES TERRORISTAS (Parte I)


Hoy dedicamos nuestro post a la Economía de la organizaciones terroristas, escrito nuevamente por Fernando Esteve.


                                                                                           

Fernando Esteve Mora*

Tratemos la actividad terrorista desde una perspectiva económica o economicista, si así se quiere. Hacerlo así implica entender la actividad terrorista como cualquier otra actividad económica, lo que se define por el hecho de que en su actividad terrorista las organizaciones o grupos se enfrentan como cualquier otra empresa a la escasez, es decir a la existencia de una restricción en la cantidad de recursos de que puede disponer (dinero, armas, “militantes”,...) para satisfacer u obtener una diversidad de fines alternativos (diferentes objetivos, dinero para sobrevivir, refugios, vida placentera,...). Cierto que, también, desde el punto de vista económico, y frente a las actividades económicas productivas, la actividad terrorista es una actividad improductiva y frecuentemente destructiva. Es en efecto una actividad en que sus "trabajadores" usan de la violencia para obtener sus fines, de modo que o es una "industria" destructiva, cuando ejercen esa violencia (secuestros, robos, asesinatos) para obtener una parte de la producción para ellos mismos; o es improductiva cuando consiguen ese objetivo, no ejerciendo la violencia realmente, sino amenazando con su uso (extorsión, impuesto revolucionario).

Quizás pueda parecerle extraño a muchos el que se considere al terrorismo como una actividad económica "similar" a otras, dado que más bien se suele pensar que su esencia última está en el ámbito de lo "político", que los terroristas buscan objetivos políticos como otros grupos sólo que de un modo no-político, violento. Pero esta suposición es más que cuestionable. Los economistas que analizan el conflicto y la violencia, suelen no fiarse demasiado de las tareas del "departamento de publicidad/propaganda" de las organizaciones terroristas cuyo objetivo, como suele suceder en (casi) todo tipo de publicidad, es la persuasión de su audiencia ofreciéndola una perspectiva si no falsa cuando menos engañosa de las razones de su actividad. Por ello, distinguen claramente, desde un punto de vista económico, entre la actividad violenta que puede entendese como inversión y la actividad violenta que se ha de entender mejor como "negocio", como empresa.

La violencia como inversión es equiparable a cualquier otra inversión (por ejemplo, en Bolsa) que tiene un horizonte temporal. Dicho con otras palabras, desde esta perspectiva, la violencia es una actividad costosa que se hace exclusivamente con vistas al momento de la "recogida de beneficios", lo que aquí sucede si se alcanza la victoria "política". Caso de que así aconteciera, la violencia para el grupo terrorista habría sido una "inversión" tan exitosa o rentable como lo sería la de unos inversores "normales" si en el momento de vender las acciones en las que hubieran invertido su capital obtuvieran unas plusvalías.

Por contra, la violencia como empresa, es aquella que no se plantea la victoria “política” como objetivo final, es decir, no se plantea la actividad terrorista o violenta dentro de un horizonte temporal, sino como medio de vida. En este caso, la actividad del grupo terrorista se asemeja al de la mayoría de empresas que no nacen o se crean para alcanzar un determinado objetivo a cumplir para luego desaparecer, sino que operan en los mercados con el objetivo de ir consiguiendo año a año la supervivencia económica. Desde esta perspectiva empresarial, habría de entenderse el uso de la violencia como un modo de vida y un medio de ganársela por parte de quienes la utilizan.

Pues bien, los economistas dedicados al estudio de los conflictos han observado que, con arreglo a esta perspectiva, la mayoría de conflictos o guerras interestatales pueden ser entendidos como actividades violentas entendidas como inversión llevadas adelante por naciones que pretenden alcanzar una victoria final sobre sus rivales. Las partes contendientes en este tipo de conflictos violentos de "violencia-como-inversión" buscan pues la victoria final, y su éxito depende entonces de la velocidad y grado con que logran vencer a sus rivales o "echarlos del mercado". Por contra, en las actividades terroristas, pronto las organizaciones se olvidan de la victoria como objetivo final. Incluso sucede que si alcanzan un cierto éxito dados sus proclamados objetivos iniciales, rápidamente descubren que esos objetivos no eran "suficientes", que no hay motivo por ello para abandonar la lucha. Las organizaciones terroristas se convierten así en "empresas" dedicadas a la predación o la extorsión cuyo objetivo, al igual que el de cualquier otra empresa, deja de ser una victoria de tipo “político” clara para convertirse en la supervivencia económica en el tiempo. La "violencia-como-negocio" es, pues, su rasgo definitorio. Tal diferencia explica el hecho estadísticamente contrastado de que la duración de las guerras entre estados es muchísmo menor que la de los conflictos terroristas que no es nada extraño que se eternicen (como los ejemplos del IRA, ETA o las FARC atestiguan); cosa que sólo puede entenderse si los grupos terroristas actúan realmente como empresas tanto en sus procedimientos internos como en sus objetivos.

Ahora bien, ¿qué tipo de "empresa" productora de "antiservicios" como son la extorsión, el robo, el secuestro, el asesinato o los destrozos sería una organización terrorista? La respuesta es simple: dado que sus "propietarios" y "gerentes" son sus propios "trabajadores", el modelo de empresa más adecuado para analizar económicamente una organización terrorista es el considerarla como una cooperativa de "trabajadores/terroristas". Sucede, sin embargo, que dentro de un grupo terrorista hay diferentes tipos de "trabajadores" según su "compromiso/contrato laboral" con la organización. Están, por un lado, los "trabajadores"/terroristas con compromiso indefinido y a tiempo completo con la organización: son, claro está, los llamados "liberados". Hay otros cuya relación con la "empresa" también es indefinida, pero sólo "trabajan" a tiempo parcial: son los terroristas llamados "legales". Están, finalmente, aquellos terroristas cuyo "compromiso/contrato" es -por así decirlo- temporal y de "obra": son aquellos cuya relación con el grupo es puntual/precaria.

Resulta entonces obvio que el grupo que toma las decisiones cotidianas de gestión dentro de la cooperativa terrorista sólo puede serlo el grupo de los indefinidos a tiempo completo ya que, al dedicarse a ella "full-time" están más capacitados para ello. Los terroristas "legales", por razones obvias de su ocultación y seguridad, sólo muy de tarde en tarde podrán participar en algún tipo de debate acerca de los objetivos o planes del grupo. Los "liberados" son aquellos, además, cuyo bienestar o supervivencia económica está inextricablemente ligado a la viabilidad financiera del grupo terrorista puesto que no disponen de ingresos alternativos, por lo que estarán muy interesados en ella. En suma, que, como la Economía predice, una cooperativa estará gestionada por el grupo de "trabajadores/terroristas" insider o "de dentro", o sea, los liberados, lo que significa que tomará decisiones mirando básicamente en su propio interés, que pasa, como se ha dicho, por garantizar su supervivencia económica: la diferencia entre los ingresos y los costes de la organización. Dada la obvia dificultad de una organización ilegal o terrorista para acceder al mercado de préstamos, una organización terrorista no puede permanecer largos periodos en números rojos; es decir que si sus ingresos en un periodo son menores que sus gastos, es decir, si tiene pérdidas, los "liberados" se verán obligados a actuar de inmediato para enjugarlas pues -fuera del socorro financiero puntual de sus simpatizantes, que difícilmente será muy importante- no puede acceder a financiación ajena para sortear periodos de crisis.

Ahora bien, si suponemos que la organización terrorista puede alcanzar suficiencia financiera, la pregunta inmediata es qué nivel de actividad terrorista se planteará llevar adelante, pues esa viabilidad económica se podrá lograr con diferentes niveles e intensidad de actividad violenta o "lucha". Para las empresas capitalistas, aquellas que son propiedad de los dueños de su capital, la Economía supone y mantiene que, a la hora de decidir cuánto producirán o cuál será su nivel de actividad, se comportan siguiendo el principio de maximización de beneficios. O sea,y dicho en lenguaje común, que producen aquella cantidad del bien o servicio al que se dedican que más le interesa a sus dueños. Pero en una cooperativa de trabajadores la noción misma de beneficio no tiene sentido pues no hay en ella socios capitalistas. A la pregunta de cuál es el nivel de "producto" terrorista que una "cooperativa de terroristas" produciría, la Economía responde de una manera distinta aunque similar: su nivel óptimo de actividad terrorista será aquél que más les convenga a sus dueños, que son en este caso, los "liberados". De manera más formal, puede decirse que el nivel óptimo de actividad terrorista será el nivel que maximice los ingresos netos por "trabajador insider"o liberado en cada periodo de tiempo.

Estos ingresos netos por "liberado" son los ingresos obtenidos gracias a la actividad terrorista menos los costes, tanto fijos como variables, de llevarla adelante, repartidos entre el número total de "liberados" que vive de ellos, que son los trabajadores/terroristas que dirigen la cooperativa terrorista. Los costes fijos serían los costes de establecimiento y mantenimiento de las estructuras organizativas y de seguridad de la organización (santuarios, zulos, escondites, redes de comunicación, y gastos "sociales" de los que se hablará más adelante). Los costes variables son aquellos directamente relacionados con el nivel e intensidad de la actividad terrorista: gastos en información, armas y sobornos, transporte, mantenimiento de los secuestrados, etc.,etc.

La actividad de una "cooperativa" terrorista es, por otro lado y como resulta evidente, muy especial lo que se traduce en que tiene en consecuencia ciertas características económicas específicas o distintivas que conviene acentuar. Dos de ellas serían las siguientes:

1) En primer lugar, hay que destacar que la "cooperativa" terrorista es una empresa multiproducto. En concreto, biproducto, pues todo grupo terrorista "produce" al menos dos tipos de "producto" o realiza dos tipos de actividades violentas. Por un lado, el grupo terrorista realiza un conjunto de actividades sólo y exclusivamente "terrorista", que incluiría asesinatos, secuestros con finalidad distinta de la económica y destrucción de bienes y capital físico. Se trata de actividades terroristas strictu sensu, dirigidas a satisfacer sus "objetivos finales" y/o a publicitar su presencia y capacidad con vistas a obtener ventajas negociadoras o para persuadir a algunos simpatizantes para dar el paso que les lleva a incorporarse a la "cooperativa". El segundo tipo es la actividad terrorista pecuniaria: la dirigida a obtener recursos monetarios. La actividad extorsionadora, los secuestros con exigencia de rescate, el robo, son actividades terroristas fundamentalmente dirigidas a obtener recursos financieros.

2) La existencia de rendimientos decrecientes en la actividad terrorista. Es decir, que la efectividad media de cada terrorista y la del grupo en su conjunto decrece conforme aumenta la cantidad de actos terroristas que llevan adelante. Por un lado, está claro que cada terrorista se "quema" inevitablemente conforme realiza más atentados, pues con el tiempo llega a ser conocido o identificado, lo que lleva a una caída en su "productividad" . Y si esto le pasa a cada terrorista, les pasa a todos en su conjunto, pues la actividad terrorista grupal es el “agregado” de las actividades violentas de cada uno de sus miembros[2].

Adicionalmente, ha de destacarse que conforme la actividad terrorista crece, crece a la vez la actividad contraterrorista, lo que se traduce en que a los "trabajadores"-terroristas les resulta cada vez más difícil hacer su "trabajo", con lo que su "eficiencia" media se resiente. Aquí hay que tener en cuenta además el hecho de que los terroristas en prisión son inactivos, y dado que muchos de ellos no disponen de otros ingresos fuera de los que como "pensión" o "subsidio de desempleo" les pasa la organización, el aumento en su número se traduce en un coste adicional para la "cooperativa". En términos económicos, todo lo anterior se traduce en que los ingresos medios por terrorista caerían conforme el grupo terrorista se hiciese más activo. Y si a esos ingresos medios se les restan los costes fijos y variables medios (incluyendo los gastos "sociales" en pensiones y subsidios por desempleo a los terroristas inactivos por edad o por estar detenidos) para llegar a la cifra de ingresos medios netos por terrorista, cuya maximización es el objetivo que busca el grupo, se sigue que estos caerían conforme crezca la actividad terrorista. (Esto no significa que los ingresos totales del grupo también caigan).

Ello plantea un claro problema económico a la "cooperativa" terrorista pues significa que las condiciones económicas del grupo de "liberados" tienden a hacerse cada vez más precarias. Para hacerle frente una primera vía es decantarse cada vez más por las actividades terroristas pecuniarias, pero tal cosa no se puede llevar más allá de cierto punto so pena de traducirse en una pérdida de legitimación ante su "público" en la medida que cada vez más aparece como lo que es: una "empresa" cuyos objetivos son económicos y no políticos.

Una segunda vía es cambiar su estrategia sustituyendo cantidad de actividad terrorista por calidad de la misma. Dicho de otro modo, una manera de ahorrar y a la vez incrementar sus ingresos consiste para el grupo terrorista en reducir el número de sus actos violentos concentrándose en perpetrar unos pocos pero muy "rentables" económicamente.

Una tercera vía, ligada con la anterior, consistiría en mantener o reducir el número de sus trabajadores "liberados" de modo que el peso de las actividades terroristas recaiga en los terroristas a tiempo parcial y los terroristas temporales y por "obra", quienes al no vivir o cobrar de la organización sólo le suponen a ésta los costes de capital y materia prima (armas, explosivos, material para la construcción de zulos y otro equipamiento, etc.) que suponen su actividad violenta. La consecuencia, sin embargo, de esta sustitución es el deterioro en la eficacia terrorista asociada al uso de estos trabajadores menos cualificados por su menor especialización.

Una cuarta vía pasa por ahorrar en este tipo de costes de capital, lo que sin embargo debilita su capacidad organizativa y de supervivencia ante la actividad contraterrorista. En suma, las condiciones económicas acabarían poniendo en aprietos la supervivencia a largo plazo de los grupos terroristas que, con el tiempo, se ven obligados a reducir su actividad, a marginalizarse y a convertirse en grupos de delincuentes comunes. Por supuesto, tal cosa no sucedería si la debilidad del Estado permite al grupo terrorista suplantarlo en una zona geográfica lo suficientemente importante como para permitirle a la organización terrorista sobrevivir económicamente usando de mecanismos fiscales semejantes a los del Estado, como ha sucedido en cierta medida con las FARC colombianas.





[1]     Escuela de Inteligencia Económica/School of Economic Intelligence (la_sei)
[2]     Si bien esto es cuestionable, pues puede hablarse que la producción de la cooperativa terrorista viene marcada por la efectividad de su mejor “trabajador”. La tecnología de agregación no sería entonces de tipo “suma” sino del tipo “best-shot” o del mejor disparo. En el texto se seguirá suponiendo, sin embargo, como caso general, que la producción de la cooperativa es la suma de actos terroristas que hacen sus miembros.

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